Sonreír mejora nuestra apariencia y por esto es importante que nos tomemos en serio nuestra área bucal, ya que esta queda expuesta a las miradas de nuestros interlocutores.
Sin embargo, esto podría convertirse en un serio problema si no acostumbramos a visitar al odontólogo por miedo o sufrimos ataques de pánico ante una supuesta situación odontológica.
Aun así, como toda fobia, existen mecanismos que podemos tomar en cuenta para el momento de realizar la visita al dentista. Por ello, a continuación expondremos algunos aspectos interesantes respecto al miedo al dentista y te indicaremos cómo puedes superar o enfrentar dicho temor.
¿Qué es?
Al miedo a visitar a un dentista se le conoce como Odontofobia y es muy común observarlo en los niños. Aun así, muchas personas adultas también manifiestan este temor.
Es sensato tener presente que este tipo de fobia es similar a todas las demás, es decir, es adquirida o aprendida. Por lo tanto, la odontofobia podría deberse a experiencias negativas con un dentista, en una clínica dental e incluso por haber escuchado relatos nada agradables de otras personas cuando estas han visitado al odontólogo.
Además, es cierto que algunos temores con respecto a la odontología son hasta cierto punto racionales, debido al hecho de que algunos procedimientos son invasivos y en ocasiones pueden causar mucho dolor.
Tipos
El estado de ansiedad causado por este temor hace que los pacientes lleguen a evitar asistir a una cita médica o hasta son capaces de no solicitar una cita aun teniendo graves problemas de salud.
Es tan fuerte la ansiedad que vive un paciente, que esta puede originar en ellos problemas cardíacos o bajadas y subidas de tensión. Por ello, este problema se ha clasificado en cuatro grupos, los cuales son:
Odontofobia objetiva: cuando la persona posee gran sensibilidad en su boca ante cualquier tratamiento efectuado por el odontólogo, lo que generará un fuerte dolor. Además, la persona llega a pensar que ese dolor le va a causar un daño irreversible en el área de la boca.
Odontofobia transmitida en la infancia: a los niños es fácil transmitirles cualquier fobia. Así que, si alguno de los padres es odontofóbico, este le pasará a su hijo el miedo a los servicios odontológicos. Por lo tanto, lo más sensato sería que el niño tenga sus propias vivencias en un consultorio dental.
Odontofobia social: si los amigos y familiares de un paciente por lo general hablan o hacen referencias de este profesional de manera despectiva o hasta de forma ofensiva, pueden ocasionarle este tipo de fobia.
Odontofobia adquirida: esta es la más común y es ocasionada por alguna mala experiencia que haya tenido un paciente, quizás por una mala praxis, por la poca experiencia del dentista o por haber acudido a un sitio de bajo costo.
Síntomas
La ansiedad que presenta un paciente se incrementará dependiendo del grado de trauma vivido previamente y del distanciamiento que tenga de un consultorio odontológico. Aun así, algunos de los síntomas psicológicos más frecuentes entre las personas que sufren este tipo de fobia son:
- Angustia
- Paralización.
- Llanto (más frecuente en los niños).
- Palpitaciones.
- Sudoración.
- Altas y bajas de la presión arterial.
- Náuseas.
- Tensión motora.
- Enfermarse antes de la consulta (sobre todo los niños).
- Vértigos.
- Dificultad para concentrarse.
- Dolor en el pecho.
- Dificultad para respirar.
- Ataques de pánico.
- Incomodidad.
- Sensibilidad ante el dolor.
¿Qué puede ayudar a superar el miedo al dentista?
Ante la alarmante manifestación de odontofobia por parte de algunos pacientes, muchos odontólogos recomiendan algunas acciones muy sencillas que ayudarán a la persona a ser atendida adecuadamente, estas son:
Visitar la clínica antes de la cita: esto le permitirá al paciente familiarizarse con el ambiente y conversar con el personal de los miedos que tiene al exponerse a un procedimiento dental.
Centrarse en tratamientos sencillos y poco invasivos al inicio: si la fobia es muy fuerte, es conveniente que al momento de tener una cita odontológica la misma sea sencilla, como una revisión o una radiografía y dejar el tratamiento invasivo para citas futuras.
Acordar ser atendido rápidamente en su cita: el que al paciente se le atienda lo más pronto posible impedirá que aumente su ansiedad. Esto generará confianza en el personal capacitado que le atiende y sus temores irán mermando con el tiempo.
Realizar ejercicios de relajación: los ejercicios de respiración pueden ayudarte a mantener la calma durante la consulta, además, muchas personas optan por escuchar música durante el proceso.
Acordar una señal para detenerse: el paciente junto con el odontólogo puede llegar a un acuerdo de parar o detener el procedimiento si el siente demasiada ansiedad. Esta señal puede ser sencilla, por ejemplo, levantar la mano o tocar al médico. Seguirán con el tratamiento una vez que el paciente se haya relajado.
Terapias de exposición progresiva: cuando el nivel de la fobia es muy acentuado, se puede acudir a un profesional de psicología, quienes hacen terapias que orientan al paciente primero en su imaginación, viendo algunos videos sobre la odontología, para lograr prepararlo para una cita dental.
Sin embargo, estas técnicas a veces no son suficientes ante el nivel de ansiedad de algunas personas. Por lo tanto, en ocasiones será necesario realizar una ligera sedación, para evitar una experiencia traumática.
¿Qué es la sedación?
Es un estado de total calma, relajación y en ocasiones somnolencia, que causan determinados medicamentos o fármacos. La sedación se utiliza para aliviar los ataques de ansiedad en los procedimientos médicos o cirugía y para ayudar a enfrentarse a situaciones muy estresantes. Por ello, es muy oportuna para pacientes odontofobicos.
Tipos de Sedación
Sedación mínima o Ansiolisis: en este caso, la sedación es muy superficial, lo que permite al paciente tener una conversación normal. Además, no existe efecto secundario en la función cardiovascular, por lo que el paciente estará totalmente tranquilo y a la vez cooperador.
Sedación consciente: es un tipo de anestesia en donde el paciente se encuentra en estado de consciencia de lo que pasa a su alrededor, pero totalmente tranquilo. Esto se logra mediante la combinación de un sedante y otro fármaco que bloquea el dolor.
Analgesia profunda: a los pacientes se les seda profundamente, por lo que no podrán responder a una orden, pero sí a una estimulación dolorosa. Se debe tener precaución en mantener las vías respiratorias funcionales en caso de existir interrupción por la anestesia o la sedación.